viernes, 11 de marzo de 2011

Platón - El Mito de la Caverna

Imagina una caverna, subterránea, con una abertura por la que entra la luz. Adentro habitan unos hombres que están atados, y que solo pueden mirar en dirección al fondo de la caverna. A sus espaldas, entre ellos y la entrada, hay encendido un fuego; y entre este fuego y los hombres cruza un pequeño muro, detrás del cual, otro hombres, que a veces hablan y a veces callan, caminan llevando sobre si toda clase de objeto y estatuillas (que sobrepasan la altura del muro). La única cosa que los prisioneros perciben es la sombra que estos objetos proyectan en la pared del fondo de la caverna, y los ecos de aquellas voces, escuchando también disfusamente, como si procedieran de las sombras mismas. Al no haber visto ni oído jamás otra cosa, estos hombres creen que aquello constituye la única realidad.

Pero, ¿Qué ocurriiria si un dia uno de ellos lograr volverse sobre su espalda y pudiera ver las estatuillas y el fuego que las ilumina? Al principio le costaría mucho trabajo entender que esos objetos son mas reales que las sombras a las que estaba acostumbrado, y el fuego lo deslumbraría, y lo ofuscaría. ¿y que ocurriría si lograra, además, salir de la caverna y pudiera contemplar todo ese mundo verdadero que hasta entonces le había estado vedado? Su deslumbramiento seria entonces mucho mayor: tendría que adaptarse a la nueva luz, poco a poco, e ir distinguiendo los objetos, primero sus sombras, luego en su reflejo sobre las aguas; después podría observar los objetos mismos, y posteriormente mirar al cielo, el nocturno primero, con la Luna y las estrellas; y al fin, el diurno, para ver por ultimo al Sol, tal como es.

Razonando por grados, este hombre llegaría a entender, un dia que el Sol es el que gobierna todo el mundo visible, incluido el de su engañosa caverna; sabria que sus antiguas ideas eran equivocadas, e iluminando de esta manera, no querria volver a su antiguo engaño jamás. Entonces regresaría con sus compañeros para contarles y para sacarles del error en el que viven, pero ellos probablemente lo creerían loco, y querrian matarle.

(Platón, La Republica, VII).


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